Una pequeña comunidad de edificios de distintas épocas ha construido un ambiente único con estrechos pasajes de tierra y rincones donde pasan las horas los mayores y juegan los niños separados por tapias de los jardines del mosaico de las propiedades.
Se trata de urbanizar sin acabar con el frágil equilibrio urbano ni con su intimidad y de añadir, si cabe, una dimensión secreta al paisaje.

Una plaza cuyo pavimento se ha moldeado creando escorrentías que conducen el agua de lluvia a tres imbornales.
Una corriente de elementos fusiformes empotrados en el pavimento que asumen diferentes papeles ambientales: dejan ver la tierra y crecer la vegetación, iluminan el espacio, sirven de alcorque y contienen secretos (mensajes anónimos de artistas esperando pacientemente a ser descubiertos algún día).

En ocasiones dejarse llevar por la corriente, derivar para contemplar absortos la vida mientras transcurre.